martes, 15 de septiembre de 2015

¿Soy feliz?

¿Qué es lo que nos asegura que estamos vivos? ¿Es necesario que algo externo nos lo asegure?  Vivimos en tiempos ampliamente dominados por la rutina, la cotidianidad, la costumbre y la normalidad. Actuamos de forma automática. No llegamos a reflexionar sobre nuestras acciones ni hacia dónde nos llevan las mismas. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? Esto lo escribo en un estado de frustración o enojo conmigo mismo. Por no vivir, por no hacer cosas nuevas, por vivir siguiendo la corriente.
Por dejarme caer en  la comodidad. Este estado me llevó a preguntarme ¿Soy feliz? Difícil de contestar porque si realmente lo soy, cuando estoy en este estado automático no me doy cuenta, no soy consciente de dicha plenitud. Cuando realmente abro los ojos, veo lo que tengo, lo que siento al hacer lo que tanto amo, al charlar con mi novia, mis amigos y mi familia. Al pasear, al conocer lugares nuevos y revisitar lugares viejos. Al andar en bicicleta, al comprar algo que quiero (no puedo evitar lo material por mas que se quiera), cuando leo un libro, cuando cierro los ojos y escucho un disco, cuando me dejo llevar por los acordes y me encuentro flotando entre notas y voces. Respiro hondo, cierro los ojos, miro hacia dentro y me digo: SOY FELIZ. Basta de esa ciega automaticidad que no me deja ver lo que quiero. Basta de hacer cosas por inercia. Soy consciente de mis acciones, que me llevan a hacer lo que amo.
Ciega automaticidad.

Como dije en la entrada anterior: la felicidad está en lugares, momentos y personas. ¡Tengo que abrir los ojos! Últimamente tengo demasiado tiempo libre. Tengo que ocuparme, concentrarme en cosas distintas y, por sobre todo, disfrutar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario